Normalmente se consideran los conflictos como algo negativo. Si, por el contrario, lo hacemos desde una visión positiva la forma de gestionarlos es totalmente distinta. Pues el conflicto, no es un problema como tal, sino la posibilidad de hacer nuevas cosas, de implementar formas distintas de relacionarnos y crecer.
La forma adecuada para gestionar los conflictos es hacerlo a través del vaso medio lleno y nunca desde el vaso medio vacío. Tenemos que intentar no evitar o suavizar el conflicto, sino abordarlo con todas sus características e intensidad, y solo así estaríamos gestionando el conflicto a través de la inteligencia emocional, una herramienta única, pero muy compleja de aplicar.
Esta nos permitirá reducir el tiempo de resolución del conflicto, así como el desgaste físico y psicológico.
Los abogados, profesionales expertos en gestionar conflictos, tienen muy desarrollada una inteligencia interpersonal, a través de la cual encuentran puntos de equilibrio, donde las partes pueden salir ganando ambas. Y lo que hará que el resultado sea optimo es encontrar en esta gestión el equilibrio emocional.
Para poder ser buenos gestores del conflicto, será necesario que nosotros mismos trabajemos la inteligencia emocional, y esta podrá aflorar conflictos que de un modo u otro, deberemos trabajar:
- 1.Autocontrol de las emociones.
- 2.Consciencia de uno mismo.
- 3.Ser impulsor de actuaciones positivas y desde una perspectiva optimista.
- 4.Reconocer emociones (negativas y positivas) en los demás.
Todos ellos, conflictos que nos serán esenciales y de gran ayuda, si hemos sido capaces de resolverlos antes con nosotros mismos. Hemos de ser conscientes que la única forma de ayudar a quien los necesita, o nos solicita su ayuda, es a través del perfecto entendimiento de aquello que nos trasmite y de sus emociones, y esto solo se puede realizar cuando sabemos escuchar, empatizar y ser asertivos.